La Unesco, la rama de las Naciones Unidas especializada en educación, ciencia y cultura, acaba de difundir un informe muy elocuente sobre el mundo en que vivimos, en que los gobiernos de los países ricos están gastando billones de dólares para salvar bancos de la bancarrota. La colega Laura Hojman, especialista en educación, redactó un artículo al respecto. Aquí va una síntesis:
La educación, entre la crisis y la desidia mundial
Buenos Aires, 30 de noviembre de 2008.- La batalla por el conocimiento actualmente la pierden en el planeta 75 millones de chicos sin acceso a la escuela primaria, en su mayoría niñas; los humildes, los de barrios alejados de los centros urbanos; los de algunas etnias y los conducidos por gobiernos corruptos que desvían los recursos de la enseñanza a otras áreas.
Este preocupante panorama incluye además a 776 millones de adultos analfabetos, que carecen de competencias básicas de lectura y escritura, y también a numerosos jóvenes, tanto de países desarrollados como en desarrollo.
Ellos tempranamente abandonan la escuela sin adquirir las calificaciones necesarias para insertarse laboralmente o manejarse independientemente y terminan realizando trabajos precarios y mal remunerados.
Parte de este desolador y preocupante panorama fue difundido horas atrás en el Informe Mundial del Seguimiento de la Educación para Todos 2009 (EPT), que emite anualmente la organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Cultura y la Ciencia (Unesco).
El acta de la Educación para Todos fue suscripta en 2000 en Dakar por unos 130 ministros del área de países miembros de Unesco, con la modesta meta de alcanzar la primaria obligatoria en 2010 en todos los rincones del mundo, objetivo que tuvo que diferirse con una declaración nueva para 2015, ya que aún está muy lejos de concretarse.
Según la Unesco, los gobiernos mejor posicionados con la educación como Alemania y Francia, considerados donantes, «poco hacen» para ayudar a los más frágiles y pobres, como los de África subsahariana; algunos asiáticos; otros latinoamericanos con mayoría de población indígena.
Estos últimos aún no tienen a sus pequeños en la escuela, no cuentan con salud, vivienda ni agua potable, es decir necesidades básicas satisfechas.
Tampoco hay una voluntad política en el mundo, ya sea desde los gobiernos, los funcionarios y organismos financieros internacionales y expertos en torcer este marco de exclusión en todo sentido que golpea a millones de niños y jóvenes.
Será que para existir, muchos necesitarán de la pobreza y la marginación, sea para ganar elecciones, voluntades, sumisión y poder. (Laura Hojman)
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